Lo duro del desamor no es seguir vivo, lo verdaderamente duro es
que lo que te queda de vida en el cuerpo ya no lo quieres volver a usar;
Aquí, como en una triste carta suicida, que nunca usé, encontrará resumida la historia de como fue que empecé a morir de usted.
No se trata de soltar, es más complicado que eso
sabes que aquel sentimiento no era solo amor, era hogar,
tu alma había llegado a casa e irse de casa cuesta un poco más.
Empacas lo que te quedó de dignidad
y lo embonas en la maleta junto a las promesas,
miras atrás rogando al cielo que alguien venga corriendo a detenerte,
pero ese alguien salió antes que tu,
huyendo por la herida que le abrió a tu pecho y que no habías notado por estar esquivando las balas
que disfrazadas de excusas y razones perforaron toda tu fe
y es que las balas no siempre están hechas de pólvora;
las hay de crueles palabras, otras tantas de silencios
y algunas otras de olvido y esas – señor mio – son las peores,
matan tan despiadadamente que te dejan vivo.
Y escarbas dentro, entre la ausencia y las heridas,
buscando esa fortaleza que todos dicen debes tener
y no encuentras sino soledad y abandono y abatido te dejas caer,
vencido sientes el frío del desamor calándote hasta los huesos
e inmóvil tu entumecido cuerpo se niega a avanzar
porque sabe que el único sol capaz de calentar esa helada melancolía
late en su pecho -Y qué léjos está-
Y solo quieres dormir,
necesitas dormir y no despertar hasta que el alma deje de doler,
anestesiarte mientras dura el recuerdo,
dormir y esperar al olvido durmiendo,
combatir el insomnio con el arma más letal,
la inconsciencia, el coma profundo,
dormir y si el cielo se compadece morir durmiendo
o que por piedad, al volver, te diagnostiquen amnesia,
pero tampoco tienes tanta suerte.
Entonces el tiempo te obliga a levantarte, y no entiendes por qué insisten en que todo lo cura
si al despertar del aturdimiento que te ha dejado su ausencia,
te siguen doliendo los faltantes,
como quien pierde una parte de su cuerpo y aún la siente,
ese amor mutilado parece palpitar donde habitaba,
tal vez es que el amor sigue ahí, quizá quién ya no esté seas tu.
Un día cualquiera te miras al espejo buscando respuestas e intentas sonreír, sucede que el despiadado tiempo te ha hecho creer que estás bien, que estás a salvo
y empiezas a decorar de poesía tu disfraz de olvido y de soledad,
y logras mentirle a todos, pero a ti no puedes engañarte, sigues ahí, con tu maleta en la mano, parado en la misma ausencia, con rumbo hacia ninguna parte
y te sigue doliendo y cada letra que escribes duele como si te abrieran el pecho
y en vez de sacarte el corazón te clavaran un recuerdo -y no mueres-
agonizas con la noche, con la lluvia, con la soledad
y te vuelve a sangrar la herida que te abrió para salir,
porque no se fue por completo.
-Todo lo hizo mal, hasta irse-
@NuevoPapel
#poemasdeamor