Ser Valiente es haber deshojado calendarios enteros de insomnios, hablándole con mis versos, negándole a su desamor la posibilidad de acusarme de silencio.
Ser valiente es haber recorrido, con la sed de mis remembranzas, desiertos enteros de indiferencia, solo para tocarle los ojos, esos ojos que hoy se niegan a leerme.
Es haber desafiado a la prudencia de mi boca, que sumisa aprendió a callar, para darle rienda suelta a mis letras, ay mis rebeldes e impudentes letras!, que aún hacen que su nombrese me desborde desenfrenado por los dedos.
Ser valiente es haber entendido que en la compleja geografía de las almas, están trazadas las más vastas distancias y que la distancia es inexcusablemente una condición de la voluntad, mi voluntad.
Es haberme abastecido de poesía, para que por duro que parezca este infierno llamado soledad, aún traiga escondido en los bolsillos de estos versos, suficiente cielo para los dos.
Es hacerle perder a esta lejanía todo su poderío, cuando desnudos de cualquier realidad, entre mis sueños, me observe hacerle el amor a su recuerdo.
Ser valiente es que ya no me importe que usted no sea nada mío, si a miles de kilómetros de silencios, en este para siempre, yo, mientras busco el valor para escribirle estos versos, sigo siendo toda suya.